sábado, 27 de diciembre de 2008

Presentamos a El Maestro Eckhart

El Maestro Eckhart nació alrededor del año 1260, en Hochheim, Alemania. Con cuarenta y dos años es nombrado Maestro en Sagrada Teología. Tras su muerte, algunos de sus escritos fueron condenados. Si hoy en día sería motivo de controversia el afirmar que los seres humanos somos Dios (no desde un punto de vista poético, moral o filosófico, sino como una afirmación de nuestra realidad espiritual en el mundo de las formas), en su época provocó un encendido debate.

El Maestro Eckhart se adelantó en siglos a lo que hoy en día es una corriente cada vez más poderosa, que aúna toda una variante de escuelas de los más diversos signos y que se unifican en un punto principal: somos seres espirituales encarnados para descubrir en experiencias la sabiduría del Amor. Y si Dios es el Amor, somos Dios. Somos Vida.

Estos son a grandes rasgos los pilares de su doctrina.

El ser humano es la viva presencia de Dios. Según sus palabras: “Hay en el alma un poder que en sí mismo es libre, una pequeña chispa, libre de todo nombre y vacía de todas las formas.”

El “pecado original” consiste en la errónea idea de creernos seres incompletos y aislados del resto de la existencia. La dramática consecuencia de esta falsa idea: buscar en el exterior la causa que nos complete, cuando en realidad esa causa siempre esta esperándonos en nuestro interior.

El sentido de la experiencia de la vida es hallar la unidad en nosotros mismos, con el prójimo y con toda la existencia. Todas las vías confluyen en el Amor, en Dios.

Según Eckhart, “Dios no está en ninguna parte… Dios no está ni aquí ni allí, ni en el tiempo ni en el espacio… Quien quiera que lo busque en algún lugar no lo encontrará”. Similar a la vía zen de la no acción, más que una búsqueda, se trata más de mantener una alerta pasiva que permita a Dios (Amor) fluir a través nuestro.

Eckhart daba un valor importante a la contemplación, como una forma de vida, además de como una vía de oración. Su similitud con la vía zen de meditación, se asemeja en una aparente inactividad, donde la única acción es la atención pasiva, alerta al fluir de nuestros pensamientos, sentimientos y de lo que nuestros sentidos captan del mundo exterior a nuestros cuerpos. En este sentido, comenta: “Cuando te has abandonado a Dios a través de una fe y un amor puros, entonces cualquier cosa que nazca en ti o te toque, sea interior o exterior, alegre o triste, amargo o dulce… ya no te pertenece a ti sino a Dios”

Fruto de la contemplación es la capacidad de centrarse en calma en el transcurrir del eterno presente, al margen de las circunstancias siempre cambiantes del mundo de las formas.

Un punto en particular que lo asemeja bastante a la vía zen es propiciar el absoluto vacío como condición necesaria en el proceso de la autorealización. Según sus palabras “El hombre noble deberá librarse de Dios mismo, de todo conocimiento de Dios, para que el vacío absoluto reine en él”.

El Maestro Eckhart; por Jean Bédard

Así lo llamaron en vida y así se titula la novela histórica sobre él, "Maître Eckhart", de Jean Bédard.
Esta emotiva novela relata un episodio auténtico de la vida del Maestro Eckhart, uno de los más importantes teólogos y místicos alemanes del siglo XIV, quien se enfrentó a la Inquisición por defender a los pobres y a las beguinas (mujeres libres que vivían en comunidades religiosas).
Editions Stock 1998;
traducción de Pablo Somarriba,
Ediciones Apóstrofe, Barcelona, enero de 1999.


Nos estamos refiriendo al místico dominico alemán del siglo XIII-XIV (1260-1328), uno de los más célebres místicos de Occidente. Tan célebre que, entre los buscadores actuales de verdadera y auténtica experiencia religiosa, no importa de qué tradición religiosa procedan, decir el Maestro Eckhart basta: no necesita de más presentación. A los demás habría que decirles que Eckhart fue tan buen teólogo como hombre de gobierno -se formó en París, la mejor universidad de aquel tiempo, y en ella ocupó la cátedra reservada a los dominicos extranjeros, además de ser el alma del Studium Generale de su Orden en Colonia, Studium interdisciplinario, diríamos hoy, fundado como tal con anterioridad por el cientìfico, filósofo y teólogo Alberto Magno-; profundamente espiritual y por ello hombre de acción, predicador de un gran impacto en el pueblo -fue uno de los que comenzó a predicar en la lengua no culta pero popular que era entonces el alemán-; y algo muy importante, por encargo y por convicción fue el acompañador teológico y espiritual de uno de los movimientos sociales, culturales y espirituales más importante de su tiempo, el de las beguinas y begardos.

Místico radical y por ello crítico, libre y liberador de todo temor y servidumbre, profeta y constructor de igualdades, del ser humano nuevo y de un cristianismo vida y experiencia, no es raro que la Inquisición se le pusiera por delante. Hecha asbtracción de intenciones e intereses descaradamente corruptos que intervinieron en su proceso, es claro que a su Orden y a la Iglesia les interesaba la ortodoxia, sobre todo porque les preocupaba la "confusión" que su predicación y la de otros hermanos alemanes pudieran producir en el pueblo llano. ¡Siempre la ortodoxia contra la vida, la creencia contra la fe, el poder religioso y moral sobre los demás contra la propia conversión y la comunión en igualdad!. Y el proceso se prolonga. El Maestro no va a morir condenado (la bula condenando 28 proposiciones salió dos años después), menos aún quemado en la hoguera: era demasiado grande su prestigio y respetable su capacidad teológica; pero muere quizás peor: en la indiferencia y en el olvido.

¿Hacerlo morir en la indiferencia y en el olvido? No lo lograron. Junto con San Juan de la Cruz es el místico occidental actualmente más conocido y citado en Oriente. Y en la nueva cultura que estamos construyendo muchos más entre nosotros lo descubrirán. Porque el Maestro Eckhart es más actual hoy que en el siglo XIV. La novela que citamos es elocuente expresión de lo que estamos diciendo. Más las religiones persisten en ser y presentarse como función de otra cosa, sean aquéllas instituciones históricas de ayer o sectas neopentecostales y grupos gnósticos de hoy, más actualidad y credibilidad va a tener la religión auténtica, la que no es sucedáneo de nada, la religión religión. Y en esto el Maestro Eckhart tiene la luz y fuerza del diamante. ¡Es un testigo y un maestro!




Fuentes:




2 comentarios:

SHOBOGENZO dijo...

Hola, hombre que corre con lobos. Hoy nos presentas al maestro Eckhart y por fin me decido a entrar en tu espacio para saludarte y decirte que son más que interesantes todos los temas que publicas. No sé si la única acción es la atención pasiva o activa, según se mire, pero lo que sí creo es que en ese deseo de búsqueda interna en el que todo ser se encuentra de manera más o menos consciente, nos damos cuenta como dice Eckhart, de que somos seres completos y nada aislados del resto de la existencia.

Muchos besos!

Elhilodelamemoria.blogspot dijo...

Excelentes la reseña y las reflexiones. Gracias amigo, y no dejes decaer el blog. Añado una propia que tiene más de diez años.
"Quien quiera alcanzar la paz del alma, no lo conseguirá huyendo de las contingencias y retirándose a la soledad; hay que abandonarse a sí mismo, pues toda inquietud depende de nuestro propio querer. No ha dicho Jesus: "Quien quiera seguirme, debe renunciar a si mismo. He aquí lo que importa. Dejad que Dios destierre poco a poco, al hombre viejo que hay en vosotros y vuestra vida será santificada: entonces, cada una de vuestras acciones, por insignificantes que sean, se convertirá en bendición, pues Dios mismo es quien las realiza. Quienes en cambio, no están llenos de Dios, sino de ellos mismos, no hacen nada bueno, por muy grandes que puedan parecer sus acciones. Quien lleva a Dios ha encontrado la paz y el reposo del alma, este reposo le gustará con todos y en todos los lugares, en la calle, en el desierto o en la celda del convento. Nada puede perturbar esta calma del espíritu". (Maestro Eckhart. Erfurt 1300)

La hermosa cita, de hace setecientos años, describe la ruta del amor intelectual a Dios a través de la ascética y la mística. Un camino que hoy sigue plenamente vigente y que curiosamente se compagina por igual, con el mensaje de todas las religiones, porque está en la misma esencia del sentimiento religioso. Un saludo.

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