miércoles, 22 de octubre de 2008

Prologo de Ken Wilber al libro "La empresa consciente" de Fredy Kokman

De acuerdo con el diccionario, la definición aburrida y prosaica de empresa es: “Intento o designio de hacer una cosa. Casa o sociedad mercantil o industrial fundada para llevar a cabo construcciones, negocios o proyectos de importancia. Obra o designio llevado a efecto, en especial cuando en él intervienen varias personas.”.

Por su parte, ser consciente significa “Percibir el mundo interior y exterior. Que siente, piensa, quiere y obra con conocimiento de lo que hace. Con pleno uso de los sentidos y facultades”. Por lo tanto, la expresión “empresa consciente” podría definir la capacidad de intentar hacer una cosa, de llevar a cabo construcciones, negocios o proyectos de importancia, en especial cuando intervienen varias personas, de una manera consciente, con pleno uso de los sentidos y facultades. Lo cual, por supuesto, implica que muchas personas no lo hacen de esa manera. A partir de mi experiencia puedo decir que es lo que ocurre a menudo, por lo cual estoy indudablemente a favor de las empresas conscientes, o de que cualquier otra cosa sea consciente.

El concepto me despierta interés. De todos modos, me pregunto qué significa exactamente “consciente”, en especial cuando se le atribuye un significado que invita a pensar: “percibir el mundo interior y exterior”. ¿Cuáles y cuántos son, exactamente, los elementos que forman esos mundos? ¿Debemos percibirlos todos para ser realmente conscientes?

Creo que es aquí donde el concepto de empresa consciente empieza a ser verdaderamente fascinante. Mundos, terrenos, paisajes, entornos conforman un vasto universo. Cuanto mejor lo conozcamos, es decir, cuanto mejor comprendamos el mundo interior y el exterior, tanto mejor podremos recorrerlos.

Así como un mapa del mundo exterior suele ser útil, también podría serlo un mapa del mundo interior. Juntos proporcionarían una herramienta capaz de mejorar notoriamente nuestro recorrido por el medio que nos rodea, por cualquier mundo, incluyendo el mundo de la empresa. Un mapa detallado que combinara los últimos descubrimientos sobre el mundo interior y exterior sería un medio extraordinario para lograr cualquier objetivo.
También ofrecería la clave para tener conciencia de ambos mundos. La empresa consciente —y de hecho, la vida consciente— se convertiría en una posibilidad muy concreta.

UN GRAN MUNDO, UN GRAN MAPA

El mapa, por supuesto, no es el territorio, y sin duda no queremos confundirlo —aun cuando sea muy detallado— con el territorio mismo. Tampoco queremos tener un mapa incompleto, parcial, roto. Pero, en realidad, la mayoría de las iniciativas —lo que incluye la mayoría de las prácticas del mundo empresario— se llevan a cabo con mapas incompletos, e incluso erróneos, del potencial de los seres humanos. Estos mapas parciales, fragmentarios, de la realidad interior y exterior conducen invariablemente al fracaso de los emprendimientos personales y profesionales.

Por primera vez en la historia, en las últimas décadas se ha realizado un esfuerzo coordinado para reunir todos los mapas conocidos del potencial humano —en relación con su mundo interior y exterior— y combinarlos en un mapa de la realidad más exhaustivo, inclusivo y preciso. Este “Gran Mapa” —denominado también Mapa Integral— ofrece hoy un panorama sumamente detallado y equilibrado y, en consecuencia, ofrece una ayuda inigualable para realizar la travesía y para definir y cumplir cualquier objetivo personal o profesional.

¿Cuál es el nivel de detalle de este Gran Mapa? Comienza con una exhaustiva comparación cultural de todos los mapas interiores conocidos, aportados por las culturas más importantes del mundo. Incluye mapas psicológicos de Freud, Jung y Piaget; mapas provenientes de la sabiduría oriental, entre los cuales se encuentran los del yoga, el budismo y el taoísmo; los numerosos resultados de la ciencia cognitiva, la neurobiología y la psicología evolutiva; tipologías, desde el eneagrama a la de Myers-Briggs; herramientas transformadoras utilizadas por los antiguos chamanes o por los sabios posmodernos. La idea inspiradora es simple: trazar un mapa o modelo psicológico capaz de reflejar e incluir todas estas posibilidades. Teniendo en cuenta que, en efecto, los seres humanos han propuesto toda esa variedad de escuelas y sistemas, debería existir un modelo suficientemente abarcador, que pueda dar cuenta de todos ellos. Eso es, precisamente, lo que —según podemos apreciar— logra el Modelo Integral.

En la esfera de la interioridad el resultado parece ser una variedad de formas de conciencia presentes en hombres y mujeres. El espectro abarca el cuerpo, la mente y el espíritu; se extiende desde lo pre-racional, pasando por lo racional, hasta lo trans-racional; desde la infra-conciencia, pasando por la auto-conciencia, hasta la supra-conciencia; desde lo emocional, pasando por lo ético, hasta lo espiritual. Todos esos potenciales —los del cuerpo, la mente y el espíritu— son importantes para enfocar con amplitud cualquier situación personal o profesional porque esas realidades, de hecho, operan en todos los seres humanos, en cualquier circunstancia, y si no las reconocemos conscientemente, desde el inconsciente sabotearán continuamente todos nuestros emprendimientos, se trate del matrimonio o los negocios, la educación o la recreación.

Además de estas realidades interiores o psicológicas, el Modelo Integral incluye también los mapas más recientes del mundo exterior, mapas aportados por una gran variedad de respetadas disciplinas empíricas, desde la teoría dinámica de sistemas hasta las teorías de complejidad y caos. El resultado de su combinación con los mapas interiores es, efectivamente, un Mapa Integral del mundo interior y exterior, un mapa que, en consecuencia, indica la magnitud de lo que significa ser realmente consciente.

Aun cuando este Mapa Integral parezca complejo (lo es), puede reducirse a un puñado de factores bastante simples, fácilmente manejables. Para expresarlo de manera resumida y sencilla, el Mapa Integral es aquel que abarca una gama de formas de conciencia que operan tanto en el mundo interior como en el exterior. Lo hace con un Enfoque Integral que asocia, respectivamente, cuerpo, mente y espíritu, con individuo, cultura y naturaleza.

Ya hemos analizado brevemente la primera parte de la asociación integral —“cuerpo, mente y espíritu”—, que según vimos, son las formas de conciencia que constituyen las realidades o mundos interiores. La segunda parte —“individuo, cultura y naturaleza”— representa a los tres reinos más importantes, es decir, los tres ambientes, realidades o paisajes fundamentales a través de los cuales operan las distintas formas de conciencia.

“Individuo” se refiere sencillamente al mundo interior de cada persona, o sea, a las realidades subjetivas a las cuales es posible acceder mediante la introspección, la meditación y la reflexión. “Cultura” alude al conjunto de valores compartidos y significados comunes que pueden intercambiar los individuos, como por ejemplo el lenguaje común, un interés comercial o el amor por la música clásica. Estos valores y significados son inter-subjetivos, es decir, constituyen un universo al que es posible acceder por medio de la interpretación y el entendimiento mutuo. Y “naturaleza” se refiere al mundo exterior, constituido por datos objetivos, entornos y acontecimientos, lo que también incluye los productos y artefactos que crea el ser humano. Esto se debe a que el organismo humano es parte de la naturaleza, y en consecuencia, lo que produce —por ejemplo, los automóviles— también es considerado productos de la naturaleza y puede atribuirse como objeto de estudio a las ciencias naturales, por medio de la teoría de sistemas y la teoría de la complejidad.

Estos tres grandes ámbitos —individuo, cultura y naturaleza— suelen ser denominados Belleza, Bien y Verdad, o Arte, Moral y Ciencia, o simplemente, Yo, Nosotros y Esto. También se los denomina los “Tres Grandes”, para destacar la importancia fundamental de estos tres reinos en los que permanentemente operan los seres humanos.

En una vida consciente—y, por cierto, en una empresa consciente— deberíamos tomarlos en cuenta para planificar cualquier actividad porque, repito, están presentes en todos los acontecimientos y si no los aprehendemos conscientemente, sabotearán desde el inconsciente cualquiera de nuestros movimientos.

LA EMPRESA INTEGRAL

La empresa consciente —es decir, la empresa que tiene conciencia del mundo interior y exterior— sería, en consecuencia, la empresa que toma en cuenta al cuerpo, la mente y el espíritu en el individuo, la cultura y la naturaleza. En otras palabras, la empresa consciente tiene presente la manera en que las distintas formas de conciencia operan en los Tres Grandes mundos: individuo, cultura y naturaleza. Específicamente, esto significa que para lograr el liderazgo integral de una empresa es necesario utilizar las herramientas que permiten recorrer con destreza los ámbitos de la individualidad, la cultura y el planeta.

En consecuencia, no es sorprendente que las teorías de gestión empresaria se dividan en tres grandes categorías, que corresponden a los Tres Grandes escenarios: las que se concentran en la motivación individual, las que hacen hincapié en la cultura y los valores corporativos y las que ponen el énfasis en sistemas objetivos externos, diagramas de flujo y controles de calidad. El liderazgo empresario integral debería utilizar las herramientas que provee cada una de ellas, de una manera coordinada e integrada que permita optimizar los resultados. De lo contrario, tendrá que contentarse con resultados modestos.

Por ejemplo, el liderazgo empresario integral debería utilizar la teoría de sistemas para comprender los modelos dinámicos del mundo exterior. Autores como Peter Senge, Meg Wheatley y Michael C. Jackson, entre muchos otros, han difundido el enfoque de sistemas aplicado a la empresa. Ese enfoque también es ampliamente utilizado para hacer el seguimiento de ciclos empresarios, como puede verse en el trabajo pionero de Clayton Christensen sobre tecnologías perturbadoras.

El liderazgo empresario integral también debería utilizar las herramientas que ofrecen las formas de conciencia interior de los individuos, como la inteligencia emocional, un concepto que ha popularizado Daniel Goleman; las tipologías de Myers-Briggs, ya empleadas ampliamente en el management; y las herramientas de motivación personal que han desarrollado desde Tony Robbins hasta Franklin Covey.

No obstante, el liderazgo empresario integral no termina en el conocimiento del individuo y el mundo exterior. También implica conocer cabalmente la cultura corporativa, los valores compartidos y la motivación de la compañía. Todas las empresas tienen una cultura y todo indica que ciertas culturas corporativas son más efectivas para atravesar ciclos específicos del mundo de los negocios, como lo sugiere la valiosa investigación de Geoffrey Moore o las evidencias empíricas de Jim Collins. Ambas señalan la importancia prioritaria de los valores corporativos y los elementos inter-subjetivos en el éxito de largo plazo, algo que el liderazgo integral debería tomar en cuenta si desea armonizar conscientemente esos valores y factores subjetivos con la máxima efectividad.

En otras palabras, todas las grandes teorías sobre la administración y el liderazgo en la empresa —desde la teoría de sistemas, pasando por la inteligencia emocional, hasta el manejo de la cultura corporativa—que refieren a los Tres Grandes ámbitos inherentes a lo humano, tienen un lugar fundamental en un Modelo Integral de conciencia empresaria. Si bien en principio la idea puede parecer demasiado complicada, es innegable que un enfoque que no sea integrador está destinado al fracaso. En el mundo de hoy el costo de no adoptar ese tipo de enfoque es muy alto. El cuerpo, la mente y el espíritu —tanto como el individuo, la cultura y la naturaleza— están en todas partes, ejerciendo su influencia y delineando activamente los acontecimientos. Podemos elegir tenerlos en cuenta de manera consciente en cualquiera de nuestros emprendimientos o simular que ignoramos su existencia.

GRAN MAPA, GRANDES IDEAS

En mi libro "Una teoría de todo: una visión integral de la empresa, la política, la ciencia y la espiritualidad", he intentado hacer un resumen sencillo de este enfoque abarcador. Pero tal vez el mejor lugar donde comenzar un enfoque integral de la empresa es dentro de nosotros mismos. El dominio integral de los Tres Grandes —individuo, cultura y naturaleza— comienza por el individuo. ¿Cómo operan en nosotros el cuerpo, la mente y el espíritu? ¿Qué impacto tienen en el rol que desempeñamos en el mundo de la empresa?Y, ¿cómo podemos ser más conscientes de esas realidades que operan en cada uno de nosotros?

Este es el gran mérito de La empresa consciente. Cómo crear valor a valores, la obra de Fredy Kofman. El dominio integral comienza con el dominio de la propia persona en el plano emocional, intelectual, ético y espiritual. El dominio personal es una premisa básica para lograr resultados positivos.

La vida de Fredy Kofman es un ejemplo de lo que predica: es un hombre sensible, impecable y agudamente consciente. Lo cual, además de permitirle ser mejor, más efectivo y exitoso en lo que emprende, lo convierte en un ser humano digno de admiración, al que estoy orgulloso de tener por amigo. Es altamente recomendable acompañar a Fredy en su recorrido, aprender a transformar el cuerpo, la mente y el espíritu como paso previo para la transformación de los individuos, la cultura y el planeta: involucrados en esa empresa integral, el lector y el mundo ya no serán los mismos.

Ken Wilber


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